El cuento de DJ Maya

A los 13, como el número de su comuna, comenzó a vibrarle el deseo por la música, el sentir a través del sonido y expresar con rimas sus pensamientos, sueños y su propia realidad; la realidad de muchos que como él, han visto pasar los días en El Salado, barrio que lo vio crecer y que desde entonces, lo escucha.

Para pocos, el nombre de Marlon Vargas, representará a ese joven lleno de vida que se tomó la música como su arma para transformar, pero la cosa cambia si hablamos de DJ Maya, el mismo que a los 14 años llegó a ECO, un espacio para raperos de la Comuna 13, impulsado desde la ACJ, que, como anillo al dedo, buscaba jóvenes que más allá de pensar en solo hacer Hip Hop, se cuestionaran su realidad y desarrollaran ideas de cambio para su comuna.

maya

De colores, como las guacamayas, es la vida de Marlon Vargas.

Curiosidad, si bien es tan solo una de sus muchas cualidades, es claro que fue la que lo llevó a explorar diferentes entornos, hacer parte de “Revolución sin muertos”, un festival de Hip Hop que buscaba ser un espacio para la paz, la memoria y la no-violencia, y,  sin muchas pretensiones, conocer múltiples roles en los procesos de producción de eventos para finalmente descubrir que había un espacio aún sin explorar en todo este movimiento creciente, el DJ.

No se puede pasar de largo, que en este momento, cuando hablamos de sus inicios, también debemos contar el de su seudónimo que lo marcó hasta el día de hoy; “Maya” que entre chiste y chanza, no fue más que la evolución de un apodo anterior, pues antes de subir al escenario para su primera presentación como DJ, sus amigos sintieron que ya no sería el mismo de antes, que tendría más colores y no sería ese “Loro” con el que tanto habían compartido, ahora sería como una guacamaya, o simplemente “Maya”.

Talento, para la música, para escuchar su comuna y sobre todo para abrirse caminos en la escena artística, cultural y social que en ese momento se gestaba en esa ladera occidental de Medellín, conocida como “La 13”, a la cual pertenecían grupos de hip hop como C15, con el cual, por varios años de su vida, mezcló  sus conocimientos como DJ, no solo en el escenario sino también en las calles, y con el cual hizo parte de redes como La Élite Hip Hop, de donde surgieron diferentes propuestas que lo llevaron a integrarse a espacios como “Parcharte” y la Escuela de hip hop Kolacho, que comenzaba a dar sus primeros pasos transcurrido el año 2010, y donde además de sentir el ritmo, también comenzaba a sentir una nueva pasión.

Entrega, porque de todo lo bueno que había recibido, sentía la necesidad de dárselo a otros que como él querían transformar desde el arte. Arrancó como tallerista en Kolacho, trabajando con jóvenes y niños que apenas iniciaban en la escena del Hip Hop, para compartir con ellos lo que empíricamente había aprendido…Y el cuento de compartir conocimiento, lo llevó a tocar la puerta de una casa muy especial, La Morada, donde a través del espectro sonoro, y con la excusa de seguir experimentando en la escena musical, inició un programa de radio sin saber hacerlo, pero con algo de sobra, ganas. En este espacio, tomó la vocería de un tema que apasionaba a muchos en la comuna, sonando las líricas locales, sosteniendo diálogos con invitados para abrirse a otras perspectivas sobre la música como transformador de entornos, y así se ligó a propuestas que ampliarían su horizonte.

“Homenajes en vida a seres sencillos, como DJ Maya, que trabajan por su comunidad. Si se mira con detenimiento, varias técnicas acompañan la sonrisa de Maya, incluyendo el golpe de pintura gris que alguien le arrojó al rostro y que llevó a que el colectivo de Casa Kolacho le pintara alas grises, porque el arte no se ataca, y, en verde y naranja la palabra héroe, en esa técnica del graffiti, que dibuja enormes letras en forma cúbica”. Cita de un artículo de la revista Cromos

“Homenajes en vida a seres sencillos, como DJ Maya, que trabajan por su comunidad. Si se mira con detenimiento, varias técnicas acompañan la sonrisa de Maya, incluyendo el golpe de pintura gris que alguien le arrojó al rostro y que llevó a que el colectivo de Casa Kolacho le pintara alas grises, porque el arte no se ataca, y, en verde y naranja la palabra héroe, en esa técnica del graffiti, que dibuja enormes letras en forma cúbica”. Cita de un artículo de la revista Cromos

Conciencia y compromiso social con un espacio que se convirtió en su proyecto de vida, al cual  fue invitado, no como casualidad, por Catalina en el 2012, para dictar un taller sobre radio comunitaria; como quien dice, regresaba a la enseñanza con lo aprendido en su paso por La Morada. Y decimos no como casualidad, porque en Cuenta La 13 se quedó desarrollando su potencial, el del proyecto y el de la comunidad.

Ahora es un tejedor de vida y de cambios, un apasionado por la música y el trabajo comunitario. DJ Maya, en proceso de profesionalización académica como Gestor Cultural en la UdeA, es un protagonista filántropo de los procesos sociales que buscan reconstruir el tejido social de la comuna 13.